Colores y volúmenes. Sensualidad

Ves una obra suya y la reconoces sin dudarlo. Los volúmenes de personas, animales y objetos, las formas, los colores vibrantes, las exageraciones y contrastes… “Todos los grandes artistas desarrollan un estilo propio, reconocible incluso en las formas más simples. Una naranja pintada por Cézanne es distinta de una de Picasso, Van Gogh o Botero. Sin un estilo único, un artista no existe de verdad”, decía.

Pintaba los cuerpos con una redondez exagerada y con deformaciones que sorprenden cuando miras un cuadro suyo: ante estos volúmenes, las manos y los pechos son pequeños, por ejemplo. Hay exageración, sí, hay deformación en cierta medida, pero sus personajes desprenden una sensualidad que los vuelve entrañables a los ojos de quién los mira. Decía: “A través del volúmen se produce una exaltación de la vida. Con la deformación se genera un desequilibrio en el arte que se tiene que restablecer, y sólo a través de un estilo coherente se puede recuperar la naturalidad de la deformación”. Y realmente las deformaciones llaman la atención, pero con ternura.

 Estamos hablando ni más ni menos que de Fernando Botero, un colombiano universal de quién gozamos de una estatua en Barcelona, el gato de la Rambla del Raval. Y de quién podemos ver más de 100 obras, gran parte inéditas, en el Palau Martorell hasta el 20 de julio. Es la exposición más completa que se haya visto jamás en España y vale mucho la pena.

“El arte no tiene el poder de provocar cambios sociales o políticos, pero sí el de perpetuar el recuerdo de un episodio”

“El arte, para ser universal, tiene que ser local, arraigado en la propia tierra, el propio patrimonio y la propia vida. En mi obra reinvento mis recuerdos, dándoles nueva vida, nuevos colores y formas exageradas”, decía. Los colores, sí. Mucho se ha hablado de las formas, pero la vibración de los rojos, verdes, azules o amarillos es espectacular también.

Fernando Botero nació en Medellín, Colombia, en 1932 y murió en Mónaco en 2023. Es considerado uno de los artistas más importantes del siglo XX y el creador de un estilo propio, el boterismo. En la exposición del Palau Martorell podemos disfrutar de más de 100 cuadros que nos adentran en diferentes facetas del pintor: desde sus raíces colombianas a la religión, el toreo o el circo, hasta los más “duros” que nos remiten a las torturas infligidas por los soldados estadounidenses a presos iraquíes en la prisión de Abu Ghraib. Porque como leemos en esta sección de la exposición, El mundo recuerda el bombardeo de Guernica durante la Guerra Civil española porque lo pintó Picasso. Lo mismo ocurre con Goya y las ejecuciones del 2 de mayo. El arte sirve de testimonio, perdurando en el tiempo y la memoria colectiva”.

Pasteles, acuarelas, dibujos, esculturas… el mundo de Fernando Botero se nos muestra diverso en su unidad en esta exposición única. En el Palau Martorell de Barcelona, hasta el 20 de julio.

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