«La política, señores, es una actividad importantísima… Yo no os aconsejaré nunca el apoliticismo, sino, en último término, el desdeño de la política mala que hacen trepadores y cucañistas, sin otro propósito que el de obtener ganancias y colocar parientes. Vosotros debéis hacer política. Sólo me atrevo a aconsejaros que lo hagáis a cara descubierta. En el peor caso con máscara política, sin disfraz de otra cosa: por ejemplo de literatura, de filosofía, de religión. Porque de otro modo contribuiréis a degradar actividades tan excelentes por lo menos como la política y a enturbiar la política de tal suerte que ya no podamos nunca entendernos». Antonio Machado dixit.
Antonio Machado, autor comprometido, republicano, laico, progresista, de quien dice de él Ian Gibson -uno de sus estudiosos: “Creo que Machado tiene todavía mucho que decir a los españoles de hoy porque es un ejemplo de seriedad intelectual y de honradez. En sus poemas y también en su prosa, que es bastante desconocida, todo gira sobre la España que debe transformarse, la España que no dialoga y eso es algo que tiene una absoluta vigencia hoy en día”.
Ciertamente, la actualidad de su pensamiento, casi un siglo después, es realmente inquietante y nos interpela inevitablemente: “Para dialogar, preguntad primero; después… escuchad”, porque “es propio de hombres de cabezas medianas embestir contra todo aquello que no les cabe en la cabeza”. Es propio de hombres de cabezas medianas embestir contra todo aquello que no les cabe en la cabeza. ¡Cuánta razón! ¡Y cuán actual es ese pensamiento que nos explicaría muchas actitudes que no entendemos!
Machado nos enseña también que “en política sólo triunfa quien pone la vela donde sopla el aire; jamás quien pretende que sople el aire donde pone la vela” y nos aconseja: ”huid de escenarios, púlpitos, plataformas y pedestales. Nunca perdáis contacto con el suelo; porque sólo así tendréis una idea aproximada de vuestra estatura”. Machado nos invita a abrir bien los ojos cuando nos advierte que “en mi soledad he visto cosas muy claras que no son verdad”, y más aún, cuando nos dice con una sinceridad tan mordaz que puede incluso llegar a doler: “No te fies de las palabras: en esta vida encontrarás a muchas personas que viven mal y hablan bien”. No te fies de las palabras. No te fies de las palabras. Y yo, que soy mujer de palabras, y de palabra, me caigo por el abismo.
Pero por suerte, Machado, el poeta de los caminos, también nos guía en este difícil camino político que transitamos hoy, y nos ofrece cuatro principios que deberíamos repetirnos como un mantra hasta que fundamenten sin resquicios nuestra acción: “Lo contrario es también frecuente. No basta mover para renovar. No basta renovar para mejorar. No hay nada que sea absolutamente empeorable”. Principios que, de hecho, lo son de vida.
Sí, maestro, “Hoy es siempre todavía”, y por fortuna aún somos unos y unas cuantas que creemos en la política llena, también, de ética y de pasión, una pasión arraigada que, una vez más, aprende de ti para no caer en el error: “En el corazón tenía la espina de una pasión. Logré arrancármela un día: ya no siento el corazón”. Seguiremos sintiendo la política con pasión en nuestro corazón y no olvidaremos que no hay estética sin ética.